domingo, 28 de mayo de 2023

UNA EMPERATRIZ ARREGLÓ LA CRISIS DEL OPIO Y LAS GUERRAS, Y ‘OCCIDENTALIZÓ’ A CHINA

El opio introducido por los británicos en China había “inundado el interior del imperio celestial” y se discutía si se imponía una política de represión y cierre de fronteras o la legalización del comercio de la droga, cuando una mujer llegó a este mundo: Cixí, que debió enfrentar la muerte de su Emperador por adicción al alucinógeno y arreglar la crisis provocada por dos ‘guerras del  opio’ perdidas.

Ella era la concubina del Emperador Xianfeg que, gobernando a escondidas de los hombres, aplicó un arancel al libre comercio del opio impuesto por los ‘occidentales’ triunfantes e inició la modernización de China, paradójicamente, copiando modelos occidentales.

SECUENCIA DE HECHOS

1835. Nació Cixí, en el seno de una familia humilde, sin saber que se convertiría en una de las mujeres más importantes del siglo XIX, responsable de la gobernación de China durante 47 años. Admirada por su cautivadora belleza y su desafiante personalidad, pero también temida por su crueldad con sus enemigos, su lema era “zi-quiang”, es decir, “hacer fuerte a China”.

1842. Se firmó el Trata­do de Nankín que sellaba la derrota China en la Primera Guerra del Opio.

1850-1861. Gobernó el Emperador Xianfegn, hijo de Daoguang. (Nació en 1831, murió en 1861).

LA CONCUBINA FAVORITA DEL EMPERADOR

1850. Cixí tenía 15 años cuando ella y otras 200 jóvenes se presentaron en la Ciudad Prohibida como candidatas para ser las concubinas del Emperador. De entre las muchachas que fueron ofrecidas a Xianfeng , Cixí, también conocida como Orquídea, fue una de las pocas elegidas, convirtiéndose así en noble de la corte china. Con gran astucia y movida por sus ambiciones, se iría abriendo paso y subiendo escalones en la jerarquía cortesana. Pronto se convertiría en una de las preferidas del Emperador; no solo por su belleza, sino también porque podía leer y escribir chino, algo poco común entre las concubinas.

Su cercanía al monarca y su capacidad le valieron para estar junto a él en los momentos de mayor confidencialidad del reino leyendo y escribiendo los comunicados. Esto le permitió comprender mejor las prácticas de gobierno y adentrarse en las artimañas de la corte de Pekín.

27 de abril de 1856. Xianfeng tenía como Emperatriz titular a Ci’an que no había conseguido darle un hijo. Cixí le dio uno al que le pusieron el nombre de Tongzhi y se convertiría en el primero en la línea sucesoria.

Cixí pasaba así de concubina imperial a ser la segunda mujer del monarca y Emperatriz del Palacio de Poniente. Sin embargo, sería la Emperatriz titular (Ci'an) la responsable de la crianza y educación del pequeño heredero.

1856-1860. Segunda guerra del opio.

Junio de 1858. La primera parte de la Segunda guerra del opio concluyó con el Tratado de Tianjin firmado por China con Francia, Rusia y los Estados Unidos.

18 de octubre de 1860. El Tratado de Tianjin fue extendido y ratificado por el hermano del emperador, el príncipe Gong, en la Convención de Pekín, mientras las fuerzas occidentales incendiaban el Antiguo Palacio de Verano. Este Tratado, entre otras cosas, “legalizó el comercio del opio en China”.

“Ante la amenaza de que los ejércitos occidentales entrasen en la Ciudad Prohibida, la familia imperial huyó para refugiarse en su residencia de caza. Exhausto y afectado por el consumo del opio, el Emperador Xianfeng  moría” (1861), dejando tras de sí a su heredero (Tongzhi) de cinco años, un consejo de regencia formado por los nobles tradicionalistas que habían apoyado la guerra con Occidente y un país destrozado por los conflictos externos e internos.

CIXÍ EMPEZÓ A GOBERNAR

1861. “La modernización de China comenzó en 1861, cuando Cixí llegó al poder”, dijo el escritor Jung Chang. “Algunos de sus logros eran conocidos, pero siempre eran atribuidos a los hombres que la rodeaban”. Según una versión de National Geographic: “China estuvo marcada por las decisiones de Cixí que impondría su autoridad a pesar de la posición inferior que el rígido protocolo de la corte asignaba a la mujer: la emperatriz viuda presidía las audiencias tras un biombo, pues los ministros no debían verla, y nunca pisó el recinto delantero de la Ciudad Prohibida, reservado al emperador. Por ello necesitó a hombres fieles que aplicasen sus decisiones, como el príncipe Gong, que estuvo al frente del Gran Consejo imperial…”

Durante su mandato, la economía creció y hubo esfuerzos para mejorar la educación de las niñas. “Abolió el tradicional ‘vendado de los pies’, costumbre primero practicada por las niñas de la dinastía Tang de China para limitar su crecimiento normal y hacer sus pies lo más pequeños posible”. También abolió torturas como la ‘muerte por mil cortes’. “Los manchú de esa época habían convertido la tortura en un arte cruel que incluía la muerte por medio de miles de cortes mientras se estaba en lo que podría llamarse una chaqueta de alambre, y ‘muerte por mortificación’, en la cual los miembros eran quitados del cuerpo uno por uno”.

Además, dotó a China de infraestructuras modernas, desde la electricidad hasta el ferrocarril y la canalización de agua en las ciudades.

Cixí, consciente de que era necesario abrir China para prosperar, ideó un astuto golpe de Estado contra la regencia tradicionalista en la que no hizo falta llegar a las armas y junto a la complicidad de los dos hermanos del difunto monarca, logró que la regencia recayera en ella y en la Emperatriz Ci'an. Ambas se repartieron las tareas: mientras que la esposa oficial de Xianfeng se ocupaba de la intendencia del palacio y del nombramiento de funcionarios; ella controlaba todo lo demás.

Cixí quería “modernizar China para impulsar la economía y evitar la sumisión a Occidente. Así lo había hecho Japón, que se convirtió en una grave amenaza para China. Cixí era partidaria de la occidentalización, aunque no a cualquier precio”. Pero también sabía que apostar por unas reformas, provocaría oposiciones del pueblo, la nobleza y los funcionarios que en su mayoría aborrecían a los bárbaros occidentales. El objetivo de la Emperatriz era “hacer fuerte a China y pese a las críticas logró pacificar el país, saneó las cuentas, creó una armada y promovió la apertura al mundo con la ayuda de occidentales como el británico Robert Hart quien estuvo a cargo durante casi 50 años de las aduanas chinas y fue fiel colaborador de la regente”.

1873. Cuando su hijo Tongzhi cumplió la mayoría de edad, Cixí se retiró sin dejar de controlar todo en las sombras. Él no sentía ningún interés por el gobierno –prefería la ópera y el sexo– ni por su esposa Alute que resolvió morir por inanición, en la más estricta tradición confuciana, después de que la viruela matara a Tongzhi en 1875. Muchos adjudicaron sus muertes a las pérfidas artes de una Cixí sedienta de poder, lo que alimentó la leyenda negra de la emperatriz.

Entonces, las dos emperatrices volvieron a asumir el gobierno. Su alianza duró hasta que Ci'an falleció con 43 años. Cixí, sola y consciente de la falta de un heredero directo ya que Tongzhi había muerto sin descendencia, eligió a su sobrino, el pequeño Guangxu, como próximo Emperador que al igual que el anterior sería una marioneta en sus manos.

AL OPIO LIBERADO LE PUSO ARANCEL

1880. Lo que sucedió con el opio en China después de las dos guerras con los occidentales, es poco conocido. Recordemos que al ratificar el Tratado de Tianjin, en 1860, “se legalizó el comercio del opio” en el país asiático, pero no se encontraron datos que indiquen cómo influyó eso en el tráfico y consumo de la droga. Apenas encontramos unas líneas sobre el tema: “La emperatriz regente Cixí empleó la única arma efectiva contra los contrabandistas y las mafias al legalizar la importación y el consumo con un arancel de 5%, y en 1880, el emperador Guangxu, bajo su tutela política, legalizó nuevamente el cultivo de opio chino”.

1889. Guangxu cumplió la mayoría de edad y asumió el poder, pero duró poco porque tuvo una demoledora derrota ante Japón, en 1895, y falló en la Reforma de los 100 días. Cixí, con otro golpe de Estado, retomó el poder. Con la participación de un nuevo personaje, Kang Youwei, intentaron asesinarla y Cixí puso a su hijo adoptivo (Guangxu) bajo arresto, en el propio palacio, durante el resto de su vida e inició una persecución contra los intelectuales que habían ideado el plan, seis de los cuales acabaron decapitados…

Cixí ejerció el poder efectivo en China desde el año 1861 hasta su fallecimiento en 1908, o sea, a los 73 años. “Su muerte paralizó su plan de reforma gubernamental”.

(Fuentes: 1 Primera Guerra del Opio. Debates internos sobre la legalización del Opio. Wikipedia.

2 Cixí, la última Emperatriz china: de concubina a gobernar un imperio.Debate.es. Madrid 04/09/2022.

3 Cixi, la emperatriz. Libro de Jung Chang.

4 La historia oculta de Cixí, la poderosa emperatriz que tuvo las riendas del poder en China en el siglo XIX. Biografía de BBC News Mundo. 9 febrero 2020.

5 Cixí, de concubina a emperatriz de China. National Geographic. 22 marzo 2023.

6 La Guerra del Opio: cuando China dijo basta al narcotráfico inglés. José Ignacio Orbe).

7 Guerra a las drogas: fracasando desde 1729. Panampost.com Por Guillermo Rodríguez González. 22 agosto, 2016.) MN. 24 mayo 2023.


domingo, 21 de mayo de 2023

EL PODER DE LAS DROGAS PROVOCA GUERRAS COMO EL OPIO EN CHINA

La Chi­na de finales del siglo XVIII parecía tan poderosa y avanzada como los más importantes de Europa, pero era un gigante con pies de barro. Su situación interna era conflictiva. El crecimiento demográfico, las subidas de impuestos, una serie de malas cosechas y los repetidos períodos de hambruna generaron un profundo malestar social que derivó en numerosas rebeliones populares.

Tenía una política de rechazo a las influencias externas que contrastaba con las intensas relaciones comerciales que mantenía con los europeos porque su gobierno no estaba dispuesto a renunciar a la plata que ellos dejaban en sus arcas. A través del puerto de Cantón, en el sur del país, China exportaba té, algodón, seda y porcelana. Los británicos ofrecían tecnología e inventos ingleses, pero por la escasa de­manda interna, los elevados aranceles y la política de puertas cerradas, los chinos importaban poco.

Desesperados por equilibrar la balanza comercial, los europeos usaron la diplomacia para acceder al mercado chino, pero no fue efectiva. Se toparon con la negativa china a abrirse a las potencias occidentales. Y empezó la venta clandestina de opio que se convirtió en un problema interno e internacional que llevó a guerras a China con países de Occidente: Gran Bretaña, Francia, Rusia, Estados Unidos.

LA INVASIÓN DEL OPIO COMENZÓ EN 1723

1723-1725. Gobernó China el Emperador Yongzheng o Yinchen.

1723-1736. China prohibió la venta del opio y el fumarlo constituía un problema castigado con la muerte.

Con la prohibición del opio se originaron las condiciones para traficar ilegalmente, dicen algunos estudiosos del tema. Veamos cómo se expandió el vicio.

18 de octubre de 1735 hasta 1796. Gobernó China el Emperador Qianlong, de la dinastía Qing (nació: 25 septiembre 1711- murió: 7 de febrero de 1799).

1729. Entraron a China doscientas cajas de opio llevadas por los ingleses, holandeses y portugueses.

1757. “La East India Company establece el monopolio de la producción de amapola en la India. En este sentido, en voz de Warren Hasting –gobernador de todas las posesiones británicas en la India- declaraba que el opio es un ‘pernicioso artículo de lujo, que no debe ser permitido más que para el comercio extranjero’. Desde este momento es que el cultivo de la amapola alcanza extensiones en el imperio anglo-indio, que se convierte en el más amplio centro de producción, consumo y exportación del mundo”. (Aparicio; 1972).

1760. Se introducen cuatro mil cajas; en 1796, la cantidad subió a 6.564.

Por estos antecedentes, el Emperador Qianlong rechazó todas  las peticiones de apertura comercial y religiosa que le hicieron representantes del imperio británico:

1759. James Flint hizo la primera gestión diplomática y fracasó.

Agosto 1793. El embajador británico del Rey Jorge III, lord Macartney, intentó por segunda ocasión y también fracasó. “El orgullo inglés chocó con la indiferencia del Emperador Qianlong. El embajador que se negó a seguir el protocolo tradicional para hablar con el Emperador, es decir, postrado desde el suelo, pasó a mostrar toda clase de regalos, de tecnología e inventos ingleses. El Emperador le trató con condescendencia, pero sin interés. Después de ofrecerle un suntuoso banquete, a los días le mandó de vuelta a Londres con una carta donde decía que él ‘nunca había apreciado los artículos ingeniosos’ y que ‘no tenía la mínima necesidad de manufacturas de Inglaterra”.

1796. Qianlong abdicó.

1796 a 1820. Le sucedió su hijo, el Emperador Jiajing o Yongyan (nació: 1760, falleció: 1820).

BRITÁNICOS USARON OPIO PARA EQUILIBRAR BALANZA COMERCIAL

El hermetismo de las instancias gubernamentales chinas acostumbradas a mirar por encima del hombro a cualquier otro país, colmó la paciencia de un imperio británico que pronto se decantaría por medidas me­nos diplomáticas para vencer la resis­tencia comercial del gigante asiático.

“Para lograrlo, recurrieron al tráfico de opio. La adormidera, planta de la que se extrae el opio, se cultivaba en distintas zonas de India y se pro­cesaba en factorías de la Compañía de las Indias Orientales. El opio era adquirido por comerciantes británicos que operaban en Cantón. Una vez en la ciudad, los mercaderes hong, que sacaban su propia tajada del negocio, lo distri­buían al interior del país a través de una decena de puertos”.

LA ‘MEDICINA’ SE CONVIRTIÓ EN PLAGA

En China, la droga era conocida por sus bondades medicinales, pero nin­guna autoridad había previsto los de­vastadores efectos que podía provocar su adicción.

Su contrabando y consu­mo se expandieron por todo el territo­rio con rapidez y provocaron serios problemas, tanto por el elevado número de adictos, como por el déficit comercial frente a Inglaterra que generó una grave crisis social en China. Entonces, este país prohibió en 1800 la importación legal de opio y en 1813 totalmente su uso.

En medio de esa situación, en 1815, los británicos hicieron un tercer intento para lograr apertura comercial, a través de lord Amherst que sumó un tercer fracaso.

LOS BRITÁNICOS ESTALLARON

Cinco años más tarde, en 1820, probablemente ya había un millón de chinos adictos a la droga. El imperio asiático optó por soluciones domésticas, sin importarle la reacción del mundo, lo que le costó caro.

La primera decisión de las autoridades manchúes fue expulsar de Cantón a los trafican­tes de opio. Entre las clases dirigentes chinas había dos posturas. Mientras unos defendían la prohibición absoluta y la represión del tráfico del opio, otros se decantaban por su legalización con el fin de evitar males mayores. La aparición de Lin Zexu, gobernador de Hubei y Hunan sería clave para decantar la balanza.

1820. El Emperador Jiajing o Yongyan falleció. 

1820-1850. Gobernó el Emperador Daoguang (nació: 16 de septiembre 1782-falleció: 25 de febrero 1850).

A esa fecha, el problema de adicción al opio era muy notorio entre las clases dirigentes, funcionarios, incluso príncipes. En 1830 el Emperador Daoguang clamaba en un edicto:

El opio está inundando el interior del imperio celestial. La multitud de consumidores crece día a día, y cada vez hay más gente que lo vende; son como fuego y humo, destruyendo nuestros recursos y haciendo daño a nuestros súbditos. Cada día es peor que el anterior”.

PRIMERA GUERRA DEL OPIO

A finales de 1838, Lin Zexu fue nombrado comisario imperial con la misión de erradicar el tráfico de opio de la provincia de Guangdong, en la que Cantón se hallaba circunscrita. El comisionado chino exigió a los traficantes y a la co­lonia extranjera la entrega de todas las existencias de opio. Por supuesto, los británicos se negaron y la respuesta de Lin Zexu no se hizo esperar. Ro­deó el barrio europeo prohibiendo to­da comunicación con los barcos ancla­dos en la bahía. Los europeos tuvieron que ceder y ver cómo se destruían más de 20.000 cajas de opio valoradas en cinco millones de libras. Estas acciones encendieron la mecha.

Cuando la noticia llegó a Londres, los británicos reaccionaron enviando en 1840, dieciséis buques de guerra y veinte transportes llegaban a las cos­tas chinas cargados con cuatro mil hombres. Tras desplegarse ante algu­nos de los puertos más importantes, el gobierno británico envió una carta a Pekín exigiendo la legalización del comercio del opio, el pago de una in­demnización por las mercancías des­truidas y la apertura de nuevos puer­tos al comercio exterior.

Esta primera derrota china, en la primera guerra del opio, despertó las ansias comercia­les de otras potencias que exigieron privilegios similares a los de los britá­nicos. Fue un duro golpe para su maltrecha economía.

“Política­mente, el fracaso mermó el prestigio de los manchúes en el interior y sacó a relucir todas las debilidades de la obsoleta maquinaria estatal. El ejército, poco acostumbrado a las derrotas, cayó en un estado de abatimiento que lo paralizó. Y múltiples brotes de pro­testa social estallaron en todos los rin­cones del Imperio. El más importante fue la rebelión de los Taiping, un en­frentamiento que rozó la guerra civil entre los seguidores de una secta, el Reino Celestial de la Gran Paz, y las fuerzas imperiales.

En 1841 hubo otro enfrentamiento porque, a pesar del ataque británico, el emperador chino (Daoguang) se negaba a ceder y declaró la guerra a Gran Bretaña que respondió con dureza y tras más de un año de con­tienda en la que arrasaron diferentes bastiones chinos, en 1842, las tropas entraban en la ciudad de Nankín. Tres semanas después China e Inglaterra firmaban el Trata­do de Nankín, que ponía fin a la gue­rra y, entre otras resoluciones, se abrían cinco puertos (entre ellos el de Shangai) a los comerciantes extranjeros y Hong Kong se entregaba a los ingleses a perpetuidad.

SEGUNDA GUERRA DEL OPIO

Con este acuerdo China quedaba a merced de la influencia extranjera y sufriría una tras otra derrotas morales. La mayor se dio durante la segunda guerra del opio (1856-1860). En junio de 1858, la primera parte de la guerra concluyó con el Tratado de Tianjin, en el cual Francia, Rusia y los Estados Unidos tomaron parte.

A la codicia inglesa se añadió la violencia francesa, principal responsable del saqueo y quema del elegante Palacio de Verano de los Emperadores en Pekín.

Entonces, el Tratado de Tianjin, firmado en junio de 1858, fue extendido y ratificado por el hermano del emperador, el príncipe Gong, en la Convención de Pekín del 18 de octubre de 1860. El comercio del opio fue legalizado y a los cristianos se les fueron concedidos todos los derechos civiles, incluyendo el derecho a la propiedad privada y el derecho a evangelizar. Así se puso final a la Segunda Guerra del Opio. Queda claro quién ganó en esos 6 años de guerras.

(Fuentes 1: ‘La Guerra del Opio: cuando China dijo basta al narcotráfico inglés’. José Ignacio Orbe. Madrid 13/02/2022. eldebate.com

2: Resumen de artículo publicado en el número 478 de la revista Historia y Vida.  redaccionhyv@historiayvida.com .

3. ‘Capítulo II. Fase capitalista del opio: la mercancía en el Siglo XIX’. http://www.economia.unam.mx/secss/docs/tesisfe/GuillenVJR/CapII.pdf

4: ‘La segunda guerra del opio’. Wikipedia.)

Mn. 8 mayo 2023.