lunes, 14 de febrero de 2022

LA DESINFORMACIÓN APORTA AL DELITO

Cuando hay pasión por la música, no se puede prescindir de esta en la casa, en el trabajo y, en un momento dado, podemos hasta saltar de ‘Mozart para concentrarse y estudiar’ a la música despectivamente llamada ‘chichera’. Los muy cultos dirán: eso es un sacrilegio, una ignorancia suprema, pero estas situaciones se dan porque la gente se cansa de su archivo personal, de los Mp3, Mp4, del Spotify, etcétera, y busca un ritmo tropical para despertar a la mente.

Estos ritmos se encuentran en las radios privadas de FM, también despectivamente llamadas ‘chicheras’ pero, curiosamente, descubrimos que una ‘chichera’ pertenece al Estado que, se supone, ofrece una variedad de ritmos e información  para ‘culturizar al pueblo’. Esta radio no lo hace. Como cualquier ‘chichera’ privada solo toca música tropical combinada con animaciones gritonas, carcajadas frecuentes, frases confusas, incoherentes, a veces algo eróticas, diálogos ‘interactivos’ con gente que cuenta sus penas y envía mensajes a raimundo y todo el mundo. Lo hace cortando las canciones, o sea, más es el blablá que la música.

Como es una radio vinculada a la ‘crónica roja’, esperamos el noticiero del mediodía y del cierre del día para conocer el estado del tránsito y, si hubo accidentes, nos indique qué ruta tomar. No hubo ninguna información.

Como es una radio del Estado y el virus está que sube y baja su ‘ola’,  esperamos información sobre su crecimiento o decrecimiento, sobre las camas disponibles en los hospitales, sobre los puntos de vacunación y la importancia de vacunarse, sobre la obligación de llevar mascarilla para no contagiar. No hubo ninguna información. (Paradoja: en algunas radios privadas sí escuchamos estos mensajes, cortos sobre infracciones de tránsito, noticieros frecuentes. ¡Gracias!)

Como la radio del Estado está ‘pegadita’ a los delitos, esperamos escuchar noticias sobre crímenes y asaltos en nuestra ciudad para saber por dónde correr porque, a falta de buena seguridad estatal, hay que autocuidarse. No hubo ninguna información.

Pero sí escuchamos el show por el ‘Día del amor y la amistad’ en el que promocionaron a los artistas nacionales. Bien. Pero lo combinaron con un ‘concurso’ sobre cuál locutor hablaba más y un sorteo entre los radioescuchas de premios ‘donados’. ¿Eso no es coima?

FALTA EDUCACIÓN SOBRE DELITOS

El gran vacío que tiene esta radio del Estado, no es solo de información, también de orientación. Esperábamos escuchar ‘cortos’ y programas que ilustraran sobre los delitos y castigos legales, especialmente a los jóvenes que aparecen como los más involucrados en la violación de las leyes. Nada y ¡qué pena! Conocer esta información podría motivar a la reflexión porque muchas personas seguramente delinquen sin pensar en las consecuencias que les espera: cárcel y quizás muerte en la cárcel.

Si hacemos una encuesta sobre las penas máximas por tal o cual delito, seguro que la mayoría de ecuatorianos (incluso los que manejan esta radio del Estado) las desconocen. Dirán: para eso está google, pero a veces este falla porque nuestros gobernantes y legisladores cambian las leyes a cada rato. (Lo hemos comprobamos con la ley de drogas, ha cambiado tanto que ya no sabemos cuál es la pena máxima. Solo los capos saben.)

La gente necesita conocer:

Penas máximas por robo; por corrupción; por narcotráfico, tráfico de armas y de personas.

Penas por maltratar o matar a la pareja, a un niño, a un anciano.

Penas por matar a una mascota.

Infracciones de tránsito y las sanciones. Y un largo etcétera.

FALTA EDUCACIÓN GENERAL Y PERSONALIZADA

De paso, deberían emitir tips de historia y geografía para que los ‘personajes’ no hagan papelones como confundir a Martí (José, poeta, político cubano) con San Martín (José de, militar, político argentino).

Los papelones los hacen los de arriba y los de abajo, como ese policía al que le preguntamos por un barrio de Quito y nervioso llamaba a uno y otro teléfono hasta que al final le dijimos: Gracias, no se preocupe, buscaremos en internet.

Y hay que preparar a los locutores para que no confundan a la gente. Un día un locutor de esta radio del Estado dijo que se celebraba la ‘cantonización de la provincia X’. Confundidos, buscamos en google y era la ‘provincialización’. Esperamos más datos sobre esta provincia, pero nada. No dijo en qué región está, cuántos habitantes tiene, a qué se dedica su gente, cuáles son sus cantantes y personajes famosos. Imaginamos que no dio más datos porque poco o nada conoce de historia y geografía, y no se le ocurrió por lo menos leer google. Seguro que este locutor tampoco sabe cuántas provincias tiene el país. Bueno, en esto es fácil equivocarse porque a este mini país los políticos lo retacean cada vez más. Había 20 provincias, ahora son 24 (si no nos equivocamos).

FALTA POLÍTICA COMUNICACIONAL

Tras esta breve evaluación nos preguntamos si todas las radios manejadas por los tres poderes del Estado, más las prefecturas, municipios y otras instituciones, funcionan así.

No lo sabemos. El Estado debe hacer una evaluación general y establecer una política de comunicación que aclare la función de sus medios. Desde luego, la principal debe ser servir a la comunidad con programas informativos y culturales, sin censura, sin discriminación. Y realizar campañas cívicas que ilustren a la gente sobre sus derechos y obligaciones.

Si quieren continuar con la música ‘chichera’ que les da alto rating, que lo hagan, pero simultáneamente deben participar en la formación del ser humano. Esa es su obligación principal, no hacer propaganda política como en el tiempo del correismo, ni competir con las radios privadas.

Un día, unos migrantes ecuatorianos de clase media, residentes en Estados Unidos, nos sorprendieron porque sabían con precisión a cuántos años de cárcel sentencian allá por asesinato. Son muchísimos y en algunos casos, la pena de muerte. Acá lo que sabemos es que los delitos y quienes los cometen enriquecen a los abogados y jueces que, según la cantidad de dinero que les paguen, son capaces hasta de provocar impunidad. Ese es otro capítulo negro de nuestra sociedad.

Por eso ahora preferimos que los ‘gringos nos den enjuiciando’ a nuestros delincuentes.