miércoles, 15 de agosto de 2012

Ayudamemoria: EMBAJADA DE ECUADOR FUE ASALTADA 2 VECES POR MILICIANOS CUBANOS

Varios países latinoamericanos empezaron a romper relaciones con Cuba, Ecuador no lo hizo y a los pocos días tuvo un contratiempo. El 11 de diciembre de 1961, su sede diplomática en La Habana fue invadida violentamente por refugiados. A todas las embajadas entraban cubanos que, por la presión política y la escasez de alimentos, querían huir del régimen castrista. Desde junio de 1961, a la de Ecuador habían ingresado sucesivamente más de sesenta refugiados. El 11 de diciembre tenía registrados alrededor de veinte. En ese grupo se incluía a personajes como el aviador Hugo Heredia, piloto personal de Fidel Castro, quien abandonó su puesto con varios miembros de la Policía integrantes de la escolta del líder cubano. También se mencionaba a Javier Soto, acusado de tramar un atentado en contra de Castro. Otros eran estudiantes, como los hermanos Francisco y José Ondarza Cabrera, Francisco Added y Martín Morúa Delgado.
La incursión de ese 11 de diciembre de 1961 habría pasado desapercibida si no hubiese sido por el matiz de violencia que tuvo. La primera información del Canciller Francisco Acosta Yépez, militante del Partido Social Cristiano, colaborador del gobierno de Arosemena Monroy, indicaba:
     “Un camión con algunas personas se metió a la sede de la Embajada, pasando sobre la cerca; estas personas iban en busca de asilo. La guardia del Gobierno Cubano que estaba custodiando la Embajada ecuatoriana disparó sobre las personas que iban en el camión, como resultado de lo cual hay tres muertos y cuatro heridos… Los muertos y heridos cayeron dentro del predio de la Embajada Ecuatoriana… Entiendo que todas las representaciones diplomáticas en la Capital de Cuba tienen guardia, pero no se si será para impedir el uso del derecho de asilo o para resguardar las sedes de las Embajadas”.
Al siguiente día, el diario Revolución de Cuba relató:
     “En el camión viajaban diez contrarrevolucionarios procedentes de la población Güira de Melena, situada a treinta kilómetros de La Habana. Los asaltantes llegaron en el camión por la Calle 47, donde está la Embajada en el lujoso barrio Miramar. Los milicianos que estaban en guardia, al ver llegar el vehículo a toda velocidad, le dieron el alto, pero los tripulantes, en vez de obedecer la orden lanzaron el camión contra los guardias con la intención de arrollarles; fue entonces cuando los milicianos dispararon. El camión logró entrar hasta el patio de la Embajada donde otros asaltantes que se encontraban en la sede diplomática ayudaron a los recién llegados lanzando botellas contra los guardias y lograron recoger a los heridos… Cuando llegó la Cruz Roja para recoger a los heridos se produjo un nuevo desorden, pues los asilados agredieron a sus integrantes”.
El 14 de diciembre, el Canciller ecuatoriano envió una carta al gobierno cubano desmintiendo esta versión. La responsabilidad de los hechos fue de los milicianos cubanos, según esta narración que hizo Acosta Yépez:
     “El día 11 del presente mes, a las 6 y 50 minutos de la mañana, un camión ocupado por ocho personas, que buscaban asilo, penetró al inmueble de las oficinas de la Embajada del Ecuador en la ciudad de La Habana, pasando sobre una verja de malla de alambre.
     Uno de los guardias del Gobierno Nacional de Cuba, colocado en la acera de en frente del edificio, disparó su ametralladora contra el camión cuando se encontraba dentro del predio que ocupa la Embajada, resultando de ello tres muertos y cuatro heridos de los ocupantes del camión. Además algunos proyectiles hicieron impacto en la fachada lateral del edificio y uno de ellos penetró por la ventana del segundo piso que corresponde a un dormitorio que ocupan en calidad de asiladas, algunas mujeres cubanas, con el natural riesgo de sus vidas”.
Según el grupo anticastrista Circuito Sur, durante el suceso murieron alcanzados por las balas de los milicianos, los refugiados Juan Espinosa Montesino, Alberto Hernández e Israel Leal.
Por considerar que los acontecimientos iban en contra de lo dispuesto en las convenciones sobre Derecho de Asilo y sobre Funcionarios Diplomáticos, cuyo Art. 14 consagra “la inviolabilidad de la residencia particular u oficial de una Misión Diplomática”, el gobierno de Ecuador protestó y exigió las satisfacciones debidas. Además, le requirió al gobierno de Cuba salvoconductos para todas las personas que se encontraban asiladas en la Embajada, diciéndole que debía hacerlo, “a más tardar, hasta el día lunes 18 del mes que decurre”. Además, exigió que “por respeto a los Derechos Humanos, los cuatro heridos que cayeron dentro del predio de la Embajada ecuatoriana, una vez que se recuperen en su salud en el Hospital en que se encuentran, sean entregados a la Embajada del Ecuador en su calidad de asilados, y se les conceda el salvoconducto respectivo tan pronto como les sea posible viajar.”
La nota del Canciller Acosta Yépez molestó a los isleños. Su Ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Roa García, contestó dos días después:
     “Los guardianes actuaron en un acto de absoluta y legítima defensa de sus vidas y de la obligación a que estaban comprometidos…
     Es oportuno llamar la atención a la Cancillería del Ecuador que ha prejuzgado los hechos sin solicitar siquiera información previa al Gobierno de Cuba.
     El Gobierno de Cuba considera conminatorio, inamistoso e inaceptable el señalamiento que se hace de entregas de salvoconductos a determinados asilados con plazo hasta el día 18 del mes en curso.
     La exigencia de que los cuatro heridos sean entregados a la Embajada carece de sentido, por cuanto el Gobierno Revolucionario, desde el primer instante, les brindó asistencia médica y los recluyó en un hospital, comunicando a la representación diplomática ecuatoriana que estaban a su entera disposición si deseaban aceptarlos como asilados, status que les fue conferido.”
Estos asaltos a mano armada, a las embajadas, el Canciller Roa atribuía a “los planes agresivos del Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, su interés en promover rupturas de relaciones con diversos pretextos y aislar a nuestro país…”
Páginas: 46,47,48,49, libro ‘Un ciclón llamado Fidel’, de Mariana Neira.
CONFLICTO DIPLOMÁTICO Y PRESIONES
El Canciller Pareja Diezcanseco renunció, y en agosto de 1980 le sustituyó el abogado y escritor Alfonso Barrera Valverde, quien le contó a la autora:
     “Cuando yo entré a la Cancillería, ni la gente de derecha ni los militares estaban muy contentos con estas relaciones con Cuba. Militares y partidos políticos, aparentemente progresistas, eran contrarios a Castro, entre esos la Democracia Popular del Vicepresidente Oswaldo Hurtado. Jaime Roldós se dio cuenta que había un fuerte movimiento en contra de Castro”.
En eso se dieron, simultáneamente, la ‘guerra de Paquisha’ con Perú y la toma de la Embajada de Ecuador, en La Habana, por parte de disidentes cubanos. Este conflicto diplomático pesó mucho. Los anticomunistas civiles y los militares, presionaron para una nueva ruptura de relaciones con el gobierno de Fidel Castro.
El anticastrista, Norberto Fuentes, relató estos sucesos en su libro Los hijos del enemigo:
     “El 13 de febrero de 1981 catorce miembros de la familia Delgado entraron en los terrenos de la Embajada de Ecuador. Unos cuantos llevaban pistolas calibre 22 (sin detonador), como medida de precaución. Tan pronto como estuvieron a salvo dentro del edificio de la embajada, los Delgado entregaron sus armas al embajador ecuatoriano, Jorge Pérez Concha”.
Las agencias internacionales de noticias dieron una versión diferente:
     “El comando armado, de veintinueve cubanos, irrumpió en la Embajada de Ecuador para reclamar asilo político y amenazó con ejecutar al embajador y a tres diplomáticos ecuatorianos que tiene en su poder, si interviene la Policía. Ingresaron con ametralladoras, granadas de mano, pistolas, cuchillos. Algunos integrantes del grupo golpearon a un guardia de seguridad cubano con un caño y le arrebataron sus armas para entrar. Tomaron cautivos al embajador Jorge Pérez Concha, de setenta y dos años, y a los diplomáticos ecuatorianos Guillermo Bassante y Francisco Proaño, más la secretaria cubana Mercedes Vásquez”.
A criterio del ex Canciller Barrera Valverde:
     “Había la consigna de fastidiarle a Jaime (Roldós) porque reinició relaciones con Cuba. Ecuador estaba en pleno enfrentamiento con Perú, en Paquisha. La toma de la embajada fue un acto programado con el afán de enfrentar a Ecuador con Cuba”.
Así se le abrió al país otro frente de conflicto. Entonces, el Presidente Roldós y su Canciller armaron una estrategia que la contó Barrera Valverde:
     “Se dio la petición de asilo con armas. Era una toma, un asalto de la embajada. Mi misión era salvar la vida del embajador y mi determinación: no romper relaciones con Cuba. Desde el principio que se dio el hecho, la decisión era no romper relaciones con Cuba, pero nadie debería saberlo. Solo sabíamos el Presidente Roldós y yo, y resolvimos que sea así, que no trascienda, porque si Cuba se enteraba, abusaría de nosotros”.
Los cubanos daban su versión de los hechos, de acuerdo a su conveniencia. Fuentes manifestó:
     “El Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador dijo que, según Rómulo Juan Delgado Fernández, los refugiados son ex oficiales del ejército cubano. Él era un ex capitán de la marina mercante, destituido en marzo de 1980. En el grupo había cuatro mujeres y seis niños”.
El gobierno cubano dijo:
     “Los hermanos Rómulo y Pascual Delgado Fernández son delincuentes prontuariados.  Rómulo es un prófugo con sentencia por falsificación de moneda...  es un delincuente común acusado de robo y corrupción a menores. Pascual estaba sentenciado por asesinato a una mujer cuando estaba ebrio”.
De inmediato a la toma de la embajada, la milicia cubana, apoyada por tropas especiales, cercó la embajada y cortó el servicio eléctrico.
El Canciller Barrera Valverde convocó al embajador cubano en Quito, Fernando Flores, para conversar sobre el incidente, mientras tanto, el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, René Anillo, anticipaba en La Habana: “Cuba no accederá a las exigencias de un grupo de 29 cubanos…”
La reacción de los anticastristas fue inmediata. Hubert Matos, ex Comandante de la revolución cubana, que luego pasó preso veinte años en La Habana, se había radicado en Caracas, donde dirigía el movimiento de oposición ‘Cuba independiente y democrática’. Desde allí le pidió al Presidente Roldós, que les conceda asilo a los veintinueve refugiados en la embajada. En Quito, la anticastrista ‘Junta Patriótica Cubana’ hizo igual.
Según Barrera Valverde, desde el principio, la decisión del gobierno ecuatoriano era no dar asilo a los cubanos que se tomaron la embajada. Contó el motivo: “No me consta que los que se tomaron la embajada tuvieran antecedentes delictivos, pero sí actuaron como delincuentes, eso les quitaba la opción al asilo”.
Presionado por los anticastristas nacionales y extranjeros, el Presidente Roldós envió a La Habana una misión de alto nivel para negociar con Cuba. La presidía el subsecretario económico Cornelio Merchán, e integraban Jaime Moncayo, ex secretario general del SELA (Sistema Económico Latinoamericano); Luis Gallegos, funcionario de la Cancillería, y dos altos oficiales militares.
Fuentes narró algunos detalles:
     “En las conversaciones estaban funcionarios del gobierno ecuatoriano, funcionarios cubanos y los Delgado. Después de siete días de negociación, Ecuador anunció que había decidido conceder asilo político a los Delgado. Se entregó a Rómulo Delgado un documento oficial del gobierno ecuatoriano que especificaba los términos del acuerdo”.
El 20 de febrero de 1981, los refugiados liberaron al embajador Pérez y a todos los rehenes. El mismo día, la misión de alto nivel regresó a Quito “creyendo que se había resuelto el dilema”.
El régimen cubano no aceptó el acuerdo e invadió la sede diplomática. Fuentes lo narró así:
     “Entre la 1 y las 4 a.m. del 21 de febrero, fuerzas especiales de Castro asaltaron la embajada ecuatoriana para detener a los disidentes. Todos los miembros de la familia Delgado fueron golpeados salvajemente, niños incluidos. Los mayores fueron encarcelados y dos de los niños fueron ‘puestos en libertad’ para entregarlos a familiares en Pinar del Río, aunque siguieron bajo vigilancia y no se les permitió asistir a la escuela. Owin Delgado, de 15 años, recibió heridas tan graves en la cara y la cabeza (casi perdió una oreja) que tuvo que ser trasladado a un hospital”.
El mismo día, el gobierno de Castro declaró a la prensa que sus milicianos ingresaron a la embajada “con la autorización del Ecuador”. El gobierno de Quito desmintió y protestó enérgicamente por la violación de su misión diplomática.
El ex Canciller Barrera Valverde aclaró lo sucedido:
     “El gobierno de Cuba se tomó la embajada, eso me molestó mucho. Es la parte desagradable. El gobierno de Cuba debió respetar la embajada. A mí no se me escapó de las manos (el conflicto), no estaba el gobierno de Cuba autorizado a realizar ninguna acción física en la embajada. Los delegados que envié dijeron sí a todo lo que proponía Fidel Castro. No es que abandonamos la sede, salieron el embajador y los funcionarios, porque los cubanos hicieron imposible permanecer allí: cortaron los servicios básicos (luz, agua) y lanzaron gases lacrimógenos al interior. Cuba jugó por su cuenta. No hubo abandono. Una cosa es abandonar y otra cosa es sacarles a los funcionarios porque no podían quedarse allí. A la fuerza se les sacó”.
Estos sucesos alentaron la presión de todos lados. Barrera Valverde lo recordó:
     “Los cubanos en Miami estaban alentados por este acto y presionaban para que Ecuador rompa con el gobierno de Castro. En el país presionaban para la ruptura los militares y partidos políticos progresistas: Liberal, Democracia Popular. Incluso el MPD, de izquierda. La Izquierda Democrática no decía nada. Yo tenía que cumplir mi palabra, no romper relaciones. Jaime (Roldós) me dijo: ‘Solo usted está por continuar relaciones”.
Los militares fueron frontales en su planteamiento. Lo relató Barrera Valverde:
     “Jaime (Roldós) me llamó a la presidencia. Allí estaba el Ministro de Defensa, Marco Subía, un caballero. Estuvimos solos los tres. Marco dijo: ‘Las Fuerzas Armadas, en su totalidad, están de acuerdo en que Cuba mantiene una política de intromisión en Ecuador. Era a propósito de unas manifestaciones que hubo en Manabí y Esmeraldas, organizadas por movimientos sociales, que los militares creían que estaban auspiciados por la embajada cubana. Por eso Marco dijo que las Fuerzas Armadas pedían la ruptura de relaciones con Cuba. Le dijo a Jaime (Roldós) que quería ir al Consejo de Generales y Almirantes con una respuesta del Presidente. Yo intervine y le dije: ‘General, dígale al Consejo de Generales que la opinión de las Fuerzas Armadas es respetable y que si el gobierno toma alguna medida, las Fuerzas Armadas serán las primeras en ser informadas. Nada más. El general salió y le dije al Presidente: ‘Si ahora dice sí a lo que le piden las Fuerzas Armadas, en el futuro dirá sí a todo”.
Este acontecimiento diplomático se diluyó rápido,  porque Ecuador tenía otro asunto importante que atender: el conflicto bélico con Perú, en la Cordillera del Cóndor (Paquisha), que concluyó el 26 de febrero de 1981, con el acuerdo de retiro de tropas.
Un día después, el 27 de febrero de 1981, llegó el Viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Ricardo Alarcón, para conversar con el Canciller ecuatoriano Alfonso Barrera. Le reiteró que Cuba había sido autorizada por la misión especial para incursionar en la embajada. Y se reactivó la presión interna para la ruptura. El Presidente Roldós dijo que si con Perú, por algo más grave (Paquisha) no se había roto relaciones, no lo iba a hacer con Cuba y le envió a Fidel la siguiente nota publicada por la revista Vistazo:
     “Las posibilidades de una relación normal entre los dos gobiernos, a más de las satisfacciones del caso por haber tomado bajo su control la embajada, dependen de un solo punto: el respeto a la integridad y a los derechos del ser humano, que en este caso deben traducirse en la protección que debe el Ecuador ejercer efectivamente sobre todos los cubanos que ocupaban la misión diplomática”. La Habana le había contestado: “Cuba mantiene sus derechos con relación a las personas arrestadas…”
Por el anticastrista Norberto Fuentes se conoció que, el 3 de marzo de 1981, el joven Owin Delgado murió. Rómulo y Pascual Delgado todavía estaban cumpliendo sus condenas de 43 y 45 años, por intentar buscar asilo político en Ecuador.
Algunos creen que el triunfo fue de Cuba. Barrera Valverde no lo consideraba así, mientras contaba esta anécdota: “Tiempo después me encontré con el Viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Alarcón, y me dijo que Ecuador le salvó a Cuba de ser un paria, porque si Ecuador rompía relaciones, todos habrían roto”.
Páginas: 144, 145, 146, 147, 148, 149, libro ‘Un ciclón llamado Fidel’, de Mariana Neira.

miércoles, 1 de agosto de 2012

¡CUIDADO! HAY UNA PLAGA DE ASALTOS EN LOS HOSPITALES

No puedo dejar de contarles algo que acabo de enterarme y demuestra que la seguridad es para todos... pero para todos los delincuentes que merodean los hospitales del Estado.
Me contaban que en el Hospital del Sur de Quito, los parientes de los enfermos que llegan a emergencias son desvalijados.
Lo sucedido hace una semana no solo fue un atraco, sino un acto criminal.
Un joven a punto de ser padre llegó en la madrugada con su mujer en labor de parto. Le pidieron una medicina -porque los hospitales del Estado tienen medicinas solo en la propaganda gubernamental-. Al salir a buscar la medicina, en la misma puerta de ese hospital un ladrón le asaltó y robó al joven todo el dinero. Llamó a sus familiares para que le ayudaran, mientras les esperaba, su joven esposa falleció.
¿Y la seguridad pregonada por los mandatarios, dónde está?
¡En la propaganda!