sábado, 27 de noviembre de 2010

Había enfermado Fidel Castro. Ese julio del 2006 cada periodista armaba su historia, se nutría de datos para elaborar el gran documental, el gran reportaje. No hubo el desenlace que muchos suponían. Poco apoco los periodistas se replegaron a sus tareas cuotidianas. La autora de estelibro resolvió continuar leyendo sobre el líder de la revolución cubana. Además de los detalles de su vida, ya muy conocida, le llamó la atención su vínculo con Ecuador. Todos los días los periódicos tocaban este tema. Estaba en las revistas, en los libros. La influencia política que tuvo en este país, especialmente en los años sesenta, era muy grande y por los efectos que produjo, se diría que por aquí pasó un ciclón. Un ciclón llamado Fidel. Por eso, la CIA escribió alguna vez que Ecuador era el país donde más influencia tenía la revolución cubana. Un sector apoyado por los socialistas externos pretendía injertarla aquí, mientras otro, apoyado por los Estados Unidos, le cerraba el paso.
En los años setenta Fidel Castro cambió su posición de guía revolucionario a estadista y buscó un acercamiento a los gobernantes ecuatorianos. Lo consiguió a partir de la restauración del régimen democrático en esta nación, en la década de los ochenta. De ahí para adelante la historia se ha repetido. Con la Cuba de Fidel hay un vínculo que, de acuerdo a la tendencia del presidente de turno, se estrecha y se afloja.

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