martes, 9 de noviembre de 2010

EXTRACTO DEL CAPÍTULO 4


SECUESTRO DE AVIONES

Lo sucedido al interior del avión, narró a la autora uno de sus pilotos, el general retirado Fausto Sevilla. El sábado 6 de septiembre, él debía llevar pasajeros de Quito a Manta, pero ya en vuelo, se vio obligado a cambiar el rumbo:

Decolamos. No pasaron cinco minutos cuando yo escuché bulla atrás. Discutían con el ingeniero de vuelo, con el mecánico, finalmente, entraron a la cabina dos hombres con pistola. Eran jóvenes. El día era frío, pero ellos sudaban, estaban súper nerviosos.
Dijeron: ‘Este avión está secuestrado: ¡vamos a Cuba!’
Nos miramos con el copiloto y dijimos: ‘¿A Cuba? Este avión no tiene gasolina sino para llegar a Manta’. Nos ordenaron: ‘¡Usted se va al norte, a Cuba!’ Les dije: ‘Bueno, voy a reportar’. Me dijeron: ‘Prohibido tocar la radio’. Le dije: ‘No se puede volar sin autorización, puede haber otras aeronaves en la ruta. Yo sé que rumbo más o menos debo seguir para ir al norte, para Colombia, pero primero debo poner combustible, déjeme averiguar cuánto hay de gasolina en el avión. Llámenle al mecánico’. En eso se produjo un movimiento y sonaron disparos. Yo me agaché para que no me toque a mí. Cuando regresé a ver a mi derecha, el copiloto (José Ernesto Báez Jácome) también me estaba viendo a mí y agachó la cabecita como diciéndome: ‘¿Qué ocurre?’ Y se desplomó. Le habían disparado a él y siguieron los disparos.
Yo seguía agachado, volando. Estábamos todavía saliendo de la cordillera y en esa época no se volaba alto como ahora en los aviones jet. Volábamos por los pasos, es decir, había que cuidarse de las montañas. Continuamos el vuelo, hacia el norte, a Esmeraldas.

–¿Por qué se dieron los disparos, hubo algún altercado?

–No hubo altercado. Lo que recuerdo es que, cuando los jóvenes dijeron: ‘Usted está secuestrado y se va a Cuba’, el copiloto (Báez) me dijo: ‘Mi mayor, no tenemos gasolina’. Yo le dije: ‘Explíquele (al secuestrador) que no tenemos gasolina’.
Entonces, el copiloto regresó a verle al secuestrador para hablarle, subió las manos para intentar coger los fonos, en ese momento, el secuestrador le disparó, posiblemente pensando que iba a tomar alguna actitud el copiloto. Vi que mi copiloto se agachó y yo me preocupé por él. Me dije: ‘¿Y ahora qué hago?’ Estaba volando y no había quién me ayudara. Le dije (al secuestrador): ‘Vea, por favor, llame a un médico para que le venga a ver’. Me dijo: ‘Dónde voy a conseguir un médico’. Le dije: ‘Atrás hay un señor de blanco’. Era un ex piloto que me había dicho que se iba de vacaciones a Manta. Le trajeron. Él vino, le cogió la mano, le cogió el pulso al copiloto, comprobó que estaba en malas condiciones y me dijo: ‘Obedezca lo que le pidan y salió’.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio