viernes, 21 de octubre de 2011

¿POR QUÉ EL GENERAL ALULEMA ESTÁ INVOLUCRADO EN EL CASO RESTREPO?

El viernes 20 de septiembre de 1991, a las 21h00, un comando del GIR, al mando del capitán Wilson Alulema Miranda, llegó para realizar una requisa. Recordando lo que había pasado cuatro días antes, un guía de apellido Rojas le dijo a España: “Venga un ratito”, y le sacó de la celda. España se asustó. Al caminar por un pasillo observó la presencia del GIR y se preguntó qué estará pasando. El guardia, nervioso, le pidió: “¡Corra a la oficina del pabellón administrativo!”
Comenzó la requisa. Transcurrieron unas dos horas y el capitán Alulema ingresó a esa oficina donde encontró a España. Le pidió al jefe de guías, Luis Palacios, que les dejara solos. Este se negó. Según consta en el proceso que se siguió en los tribunales policiales, Alulema le preguntó a España por qué había realizado esas declaraciones sobre el caso Restrepo, cuáles fueron los motivos, si talvez existía dinero de por medio. España le contestó que lo hacía porque vio lo que sucedió con los menores Restrepo; que no se fue contra la institución policial “ya que mi orgullo es haber trabajado en ella”. El capitán le anticipó que saldría de prisión después de tres años y como no hay evidencia, sería el último en salir. “Me pidió que me retracte de lo que he dicho y que de alguna manera se me ayudaría, porque me estoy yendo en contra de un general y yo iba a salir mal parado. Yo le indiqué que jamás me retractaré y que a mi general Molina, yo jamás le había involucrado, ya que él solo me castigó”.
Terminado este diálogo, España regresó a su celda y encontró todo desbaratado. Los del GIR habían destruido su pequeño extractor de jugos, metiéndole un cuchillo en el motor, igual la licuadora. Destrozaron el charango que le había prestado un amigo, rompieron su ropa, arrancaron las hojas de su biblia y del cuaderno en el que llevaba un diario de su vida, se llevaron dinero y cartas de amigos y familiares en las que supuestamente esperaban encontrar alguna evidencia en contra de España.
Mientras se reponía de la ira por encontrar todo destruido, el jefe de guías le dijo a Hugo España: “No cogerá nada porque ellos ingresaron con una funda de raticida que decomisaron en el pabellón durante la requisa”. Buscaron el veneno y no aparecía. España tenía hambre. Su sorpresa fue grande cuando al comenzar a calentar su sopa, salía un olor horrible, a químicos. Apagó la cocina y llamó a los guías para que observaran. Al siguiente día pidió la presencia de un canal de televisión. Las autoridades penitenciarias consideraron que por los acontecimientos anteriores, los ánimos de los reclusos estaban caldeados y no era conveniente el ingreso de periodistas que podrían ser tomados como rehenes. Solo entraron los diputados socialistas Diego Delgado y Segundo Serrano, de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso, junto a Elsie Monge de la CEDHU. Sacaron los alimentos contaminados y los enviaron para su examen al Instituto Izquieta Pérez. El 2 de octubre de 1991 se hicieron públicos los resultados: la sopa de España estaba contaminada con insecticida Baygón y raticida Racumín, venenos letales.
A los pocos días de la denuncia pública, el capitán Alulema visitó a la autora para asegurar que “En ningún momento le exigí al señor España que se retracte; peor le amenacé”.
Nunca hubo investigación policial ni sanción para los responsables. Más bien empezó a circular este anónimo:
Caso Restrepo:
¿Racumín para una rata?
Páginas 250/251 libro “Caso Restrepo, crimen de Estado”, de Mariana Neira. Editorial Eskéletra.

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